domingo, 30 de septiembre de 2012

La fiesta

Ricardo Olivas pensó dos veces antes de hacer ese viaje. Alejarse de su demandante jefe era un arma de dos filos; mientras le insistía que tomara ese descanso después de cuatro años de trabajar para él, sabía que estaría llamándole las 24 horas del día por asuntos del "negocio".

Ricardo Olivas también lo pensó dos veces cuando sus amigos de la infancia, del fútbol en el llano, lo invitaron a "pistear" para celebrar que había regresado al pueblo que lo vio nacer. Después de todo, él iba a ver a su madre que se había quedado sola cuando sus hermanos se fueron al gabacho y a descansar.

Lo que Ricardo Olivas no pensó, bueno y no es que tuviera mucho tiempo para hacerlo, es que sería su mejor amigo, ese con quién iban a ver a las muchachas desnudas bañándose en el río quién le dijera al calor de las copas que era de los "sicaritos" de su jefe y venía a matarlo.

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