domingo, 30 de septiembre de 2012

La fiesta

Ricardo Olivas pensó dos veces antes de hacer ese viaje. Alejarse de su demandante jefe era un arma de dos filos; mientras le insistía que tomara ese descanso después de cuatro años de trabajar para él, sabía que estaría llamándole las 24 horas del día por asuntos del "negocio".

Ricardo Olivas también lo pensó dos veces cuando sus amigos de la infancia, del fútbol en el llano, lo invitaron a "pistear" para celebrar que había regresado al pueblo que lo vio nacer. Después de todo, él iba a ver a su madre que se había quedado sola cuando sus hermanos se fueron al gabacho y a descansar.

Lo que Ricardo Olivas no pensó, bueno y no es que tuviera mucho tiempo para hacerlo, es que sería su mejor amigo, ese con quién iban a ver a las muchachas desnudas bañándose en el río quién le dijera al calor de las copas que era de los "sicaritos" de su jefe y venía a matarlo.

sábado, 22 de septiembre de 2012

La oportunidad y la ocasión

Había una vez una ocasión y una oportunidad que habían acordado una cita.

Se vistió para ella; a la otra le gustó porque se la habían pintado calva. Se vieron, se desvistieron y se aprovecharon una de la otra.

Un nudo en la garganta

Tengo un [nudo de tu cabello entre mis dedos] en la garganta.

Tengo un [nudo de pensamientos que corren todo el tiempo hacia ti] en la garganta.

Tengo un [nudo de fantasías donde tus piernas se enredan con las mías] en la garganta.

Tengo un [nudo con tu sonrisa] en la garganta.

Tengo un [nudo con tu mirada] en la garganta.

Tengo un [nudo con tu nombre] en la garganta.

sábado, 8 de septiembre de 2012

La pianista

Estando en su cama, la pianista tuvo un momento de cordura cuando escuchó a su bisnieto tocar el piano que estaba en su recámara. Se incorporó de su lecho y lo primero que alcanzó a ver sobre el piano fue el retrato de su marido. Recordó su sonrisa, esa que brillaba entre bambalinas y le esperaba para abrazarla y felicitarla después de haber ofrecido su primer recital ante una sala llena.

Esa misma sonrisa fue la que la rescató de aquel burdel donde tocaba el piano. Siendo la menos agraciada, la madame decidió enseñarle lo poco que conocía de música. Así mataría el hambre de la chica y a su pianista borracho de un solo tiro.