miércoles, 5 de febrero de 2014

Silencio



Un día decidí llenarme de valor y mirarte a la cara. Me di la oportunidad de conocerte y de ahí, fue desconocerme. Me diste la fuerza que no tenía; desde ese día soy más fuerte y todo te lo debo a ti. Te debo todo lo que soy ahora.

 Con esa misma fuerza, hoy me quito la venda de los ojos. Jamás formaré parte de tu vida. Me duele aceptar algo que siempre sentí: siempre hiciste lo posible por sacarme de ella. No te lo reprocho, te respeto, pero eso no evita que me duela como una patada.

No te guardo rencor; al contrario, te agradezco todo lo que aprendí de ti. Todo lo que hiciste por mí. Te admiro y siempre lo haré.

Aún me duele que llegaras a pensar que te traicioné. Incluso después de este momento, sería incapaz de hacerlo. Te pido perdón si mis ojos no alcanzan a verlo.

Te voy a querer toda mi vida y con toda mi vida. En este silencio al que me condujiste me quedo; este silencio que es tan grande como mi amor por ti será mi casa, mi techo que a veces me aplasta. Aquí me quedo, aquí te quiero.

Porque cuando quieres a alguien, no puedes permitirle que te haga daño. Porque te quiero, ya no quiero que me duelas.

Quiero que me quieran como te quiero. Quiero que te quieran como te quiero. Sí, de esta manera tan desesperada y sin razón.

Me quedo en el silencio. Desde aquí te quiero.