martes, 16 de febrero de 2010

Pájaros revoloteando en la casa...



A veces las ideas, sentimientos e imágenes que tenemos en la cabeza o en el corazón son como pájaros que se meten en casa ajena.

Hay silencios, momentos de tranquilidad que llaman el ruido. Pájaros que aprovechan la oportunidad para meterse en casa. Van dando pasos sigilosos, uno a la vez; tumbos de acá para allá camino al rincón más lejano de la casa.

Caminan por la casa sola sin saber que se acercan pasos detrás de ellos; pasos que no saben que pasa dentro de la casa, ajenos a todo. Ajenos a su luz o su oscuridad.

El pájaro es sorprendido. Él sólo quiere encontrar un lugar cómodo para estar, tal vez algo que lo alimente y le prolongue la vida. Corta de por sí.

Lo ataca el miedo. Saber que ese lugar confortable ahora es un peligro para él. No hay ruta de escape. El corazón empieza a latir y por instinto sus alas empiezan a rozar el aire en batalla desesperada.

Se estrella contra paredes, muebles hasta que el vuelo lo lleva a estrellarse contra los cristales. Parece una salida clara, hay luz detrás de ellos, pero no puede salir.

Cae cansado al suelo, su corazón parece explotar. No puede más, los pasos se acercan cada vez más...

No quiere saber nada más. Tal vez tenga un nido abandonado, alguien que espera por él. De pronto todo se nubla, una cárcel más cerrada y oscura que su miedo lo atrapa.

Esos pasos que también tienen piernas, brazos, manos, boca. Un corazón que late con el mismo miedo lo toma entre sus manos, abre la ventana y lo libera.

Siempre hay un abrazo, una palabra que nos libera. Una palmada que nos avienta al centro del ring para liberar esas sombras que nos impiden escapar por la ventana... liberar los gritos que encierran una casa, un corazón... la memoria.






Dedicado con mucho cariño para el Maestro Gabriel Rojas quién me aventó al centro del ring a pelear contra esta hoja en blanco...

2 comentarios:

Sol dijo...

a veces es bueno alejarse un poco de todo y de todos, pero sin olvidar que las alas que tenemos son para abrirse, para volar, para buscar lo que esta justo ahí pero que por una u otra circunstancia no hemos encontrado todavía, te quiero mucho y me da gusto que estés de vuela en este "nuestro espacio"
sol

GERMÁN DIEGO dijo...

La hoja en blanco se trasformo en un colibrí tornasol lleno de desengaños y verdades.
Saludos.