martes, 21 de julio de 2015

El mar






Y ahí, parado en la orilla de la playa, se dio cuenta de que ni toda esa agua sería capaz de deshacer el nudo en la garganta que sentía cada vez que recordaba su mirada, esos ojos llenos de lágrimas que brillaban y temblaban mientras su boca, esos dos carnosos labios que le hacían temblar cada vez que rozaban su piel, se despedían gritándole que por una puta vez en su vida se dejara amar.

Ni tragándose toda esa arena podría llenar el hueco en su pecho.  



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