La palabra no llega y me estoy desesperando. Mi cuaderno la espera con las hojas bien abiertas y las ansias de poseerla; la punta del bolígrafo desea correr entre ellas.
No llega y tengo miedo. La llamo, pero parece sacarme a patadas de su vida.
El monitor de la computadora la espera encendido como dejando su luz de guía.
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