viernes, 13 de julio de 2012

"La Bicicleta"



Si no mal recuerdo, el primer niño que me gustó fue a los 6 años. Y pues nada, nada más te gusta, si acaso te da un beso en la mejilla, te agarra de la mano, se pelea por ti, te invita a jugar a su casa y ya. San se acabó. Como dice Carlitos en "Las Batallas En El Desierto" del maestro Pacheco: "¿Qué haré? (...) ¿Buscarme a una niña de mi edad? Pero a mi edad nadie puede buscar a una niña."

Para este ejercicio "literario", a partir de este momento, el enamoramiento o atracción por alguien será conocido como "La Bicicleta".

Nos subimos y nos caemos de "La Bicicleta" varias veces en la vida. A veces es muy mona, con sus listones en los manubrios y si tienes suerte hasta te toca con una cestita en la parte delantera.

Aprendes a andar en "La Bicicleta" hasta que un día le quitas las rueditas de entrenamiento. Te propones ir a mucha velocidad, subir rampas, brincar topes y hasta por qué no, hacer unos trucos.

Pero un día, arriba de "La Bicicleta", se te olvida todo lo que pasa alrededor; el viento roza tu cara, despeina tu cabello, se cuela por debajo de tu falda o el short. Pedaleas al compás de tus pensamientos, de la música en tu cabeza, del sol que te pega en la cara y... ¡Zas! Te estrellas contra la pared o, en el peor de los casos, un autobús a toda velocidad te avienta por los aires.

"La Bicicleta" queda tirada en el piso, con el pedal dando vueltas o desecha en mitad de la calle. Los fierros vuelan por los aires y tú y "La Bicicleta" quedan irreconocibles. Te levantas y te sobas el trancazo, lloras por el sentimiento de frustración. "¿Pero cómo fui tan tonta? Ni las manitas metí y me pegué un golpazo".

Los equipos de rescate llegan con un curita o la ambulancia. Te ponen un collarín y te aseguran a la camilla. Las heridas cierran, los huesos soldan y después de un tiempo agarras "La Bicicleta" y vuelves a pedalear. Te compras una nueva, pero esta vez, procuras salir con protección; le pides a papá que te compre el casco más rosa y más cursi que pueda encontrar.

Sabes que quedan cicatrices y esos huesos que soldaron tal vez duelan con el frío, pero te vuelves a subir a "La Bicicleta". Sabes que tienes miedo a caer de nuevo, pero vuelves a pedalear.

Otras personas encuentran buenas ciclopistas y no caen, puedes ver como se alejan y desaparecen en el horizonte felices montando "La Bicicleta".

La esperanza de encontrar esa ciclopista me acompaña desde los 6 años. Hoy, no sé que tanto sentido tenga mantenerla.

1 comentario:

Araceli Gallardo Peña dijo...

Un Un maravilloso día la encontrarás mi estimada... ya lo verás :)